En Meyerland no habrán monoblocks.
El monoblock, forma de edificación muy propia de épocas de gobiernos militares y de recesiones económica, son
feos,
asquerosos,
y sin sentido alguno en un país libre como Meyerland.
Cuenta la leyenda, que los creadores de los monoblocks se basaron en el resultado de una tarde de experimentaciones con el LEGO, del hijo de un misionero de la Isla de Pascua.
Cuando se dieron cuenta de las formas adquiridas se quedaron sorprendidos de lo similares que eran a sus dioses, pero antes de que pueda decir algo al respecto, el alcalde de Bellvitge (Barcelona) y otros barrios «monoblockizados» ya estaban desembarcando en la Isla para robarles la idea.
Al transformarla en «occidental-europea» y por influencia directa del gusto generalizado por el arte abstracto, decidieron ponerle colorines varios, toldos de colores naranja y verdes caca, y así crearon esos barrios horrorosos sin encanto alguno.
El gobernador de Meyerland, ante tal despropósito histórico, tal incoherencia narrativa, tal desacuerdo con el buen gusto, ha decidido prohibir y rechazar de forma permanente los monoloblocks en Meyerland.
¡Adios Bellevitge!
Meyerland 